Ridley Scott quiso impregnar de una innecesaria intelectualidad a 'Prometheus', una precuela más preocupada en desvelar un misterio que, hasta la fecha, ninguno nos habíamos planteado que en en la continuidad argumental de lo que significaba el terror en el espacio hace unos años.
Aún así, aquella primera parte fue una gran película de ciencia ficción, tanto para los amantes del género y de la saga, como para los primerizos que se sumergieron en un mundo muy particular que aún puede dar mucho de sí.
Con dos bandos bien diferenciados, detractores vs. fanáticos, y siendo muy consciente de ello, Scott vuelve ahora con 'Alien: Covenant', uno de sus proyectos más emblemáticos. Y lo hace algo más volcado en la acción babosa que todo esperábamos, con criaturas que se mueven de forma más rápida y viscosa, pero también sigue en busca de las mismas respuestas -quizá más retorcidas aún-, que nos planteaba 'Prometeus'.
'Alien: Covenant' empieza donde termina 'Prometheus' y finaliza donde empieza 'Alien: el Octavo Pasajero'. Por el camino, decide despejar incógnitas y dar rienda suelta al terror más visceral que hizo famosa aquella inolvidable primera parte del año 79.
Y lo hace con elegancia, sin perder el rumbo y consciente de si misma. No es metafísica, aunque lo intente. Es gamberra, transformándose en "serie B" a medida que avanza su trama, con un guiño tan serio como descarado a 'Blade Runner': hablamos de todo ese asunto de las máquinas pensado por sí mismas y posicionándose ante su creador.
Su afán por explicar lo inexplicable y sus tempos lentos son los puntos más flojos de 'Alien: Covenant', pero lo cierto es que su locura final, sin nada nuevo que ofrecer, hace que necesitemos otra nueva precuela, secuela o revisión, da lo mismo. Pero queremos más bichos babosos..
